Ana Botella


"Cuando yo gobierne bajará el paro".

Mariano Rajoy. 10 Enero 2010

jueves, 20 de octubre de 2011

Ministro, va por tí

Suelo decir con bastante frecuencia que me parece un error mezclar fútbol con política. Me suelo encontrar, sin embargo, conque la diferenciación no es tan fácil por la existencia de multiples elementos comúnes.

A petición popular voy a hablar hoy de la huelga de fútbolistas que organizó la AFE con el tal Jose Luis Rubiales a la cabeza. Huelga qué, por cierto, aún tiene aplazada la primera jornada de liga.

Huelga, como todas, con un motivo económico de fondo y que hace difícil separar el análisis deportivo con lo que ha pasado en el conjunto de la economía española.

¿Cual fue uno de los problemas de la crisis económica? vivir por encima de las posibilidades reales.

¿Cual ha sido el problema del fútbol? exactamente el mismo.

Por culpa de todos, en los años de bonanza, los futbolistas a los que defiende el tal Rubiales este han querido vivir como semidioses al servicio de un equipo de pueblo. Rubiales dice que no defiende a las estrellas, sino a los futbolistas de a pie. Es a ellos a los que me refiero.

Es que los jugadores de a pie han pretendido ganar 5.000 euros al mes, firmar autógrafos y tener cochazos para ir montando a féminas con apellido vasco (higolechorrea), militando en equipos de segunda B. Y durante un tiempo ha sido así.

Esto, lógicamente (como España) tenía que terminar rebentando. ¿Quien tiene la culpa?

En primer lugar, los empresarios golfos y corruptos de la construcción que se forraron de billetes durante la legislatura de la burbuja inmobiliaria y firmaron estos contratos que ahora enseñan, los tuercebotas estos a los que defiende Rubiales, para encerrárse en el vestuario y decir "ea, pues ahora no juego".

Y en segundo lugar, el nacionalcatetismo. Tener a todo el país pendiente de si Cristiano Ronaldo se deplia los cojones con pinza o a maquinilla; y no saber ni como se llama el entrenador del equipo local, es el segundo factor que se ha cargado al fútbol modesto.

Y ahora, que la gallina de los huevos de oro está desplumada, ¿que hacen los fútbolistas? Pues llaman al calvo de la loteria, haber si toca el gordo



Siendo sincero, no tengo nada en contra del tal Rubiales, si bien es cierto que su tupé le hace flaco favor a su apellido.

El personaje en cuestión ha generado bastante animadversión entre los aficionados al fútbol. Solo hay que poner "Rubiales calvo cabrón" en cualquier red social.

Tampoco sé qué méritos ha hecho el tal Rubiales para erguirse como el Karl Marx del balompié. Yo al menos no le he visto jugar en mi vida. Al que si conozco es a su lugar teniente en toda esta cruzada. Luis Gil se llama la criatura.

Y a este lo conozco porque ha sido (con permiso de Abdoulay Konko) el peor jugador de la historia del Sevilla F.C.

Luis Gil, de verdad que contra tí tampoco tengo nada, pero macho, quedarte sin ficha en un equipo que entrenaba Don Joaquín Caparrós, es para que le des a la pelotita regular nada mas . No voy a enumerar gente poco talentosa que ha contado para Caparrós porque se me va esto de madres, pero Toquero se ha pegado dos años siendo titular indiscutible, miarma.

Solo recuerdo otro caso de que Caparrós deje a alguien sin ficha, y fue Mario Cotelo, que también tenía el muchacho look de futbolista sindicalista.



Señor Rubiales, yo no tomo parte, ni digo que usted tenga razón o deje de tenerla. Usted defiende que se respeten los contratos de los tuercebotas a los que defiende, y está en su derecho. Lo que sí le recuerdo es que los jornaleros del balón a los que yusted defiende, esos mismos contratos que usted defiende, se los pasan por el forro de los cojones cuando llega otro equipo ofreciendo manteca colorá.

A ver si he entendido como teneís esto montado:

Cuando el chaval es bueno, o se le renueva con manteca colorá o se declara en rebeldia y empieza a patalear para irse a otro equipo que le dá manteca colorá y zurrapa además. Aquí el contrato da igual. Aquí su defendido se caga en medio contrato, y se limpia el culo con el otro medio.

Caso radicalmente opuesto es si el chaval sale malo. Si el chaval es un tuercebotas, entonces se agarra al contrato que tiene firmado como a un clavo (en este caso a un calvo) ardiendo.



Estando el tinglao montado así, lo mismo más que por méritos deportivos está usted dónde está por no tener un pelo de tonto.



Insisto, que está en su legítimo derecho. Pero deben usted y los suyos pensar en las consecuencias que tiene esta pataleta para terceros: solteros entre 20 y 30 años que pasamos un domingo sin fútbol; televisiones, radios y prensa escrita; bares y peñas deportivas; negocios aledaños a los estadios; loterias y apuestas del estado (quiniela); etc, etc, etc



Que a estas alturas de la vida tampoco se le iba a caer el pelo por pensar en todo esto

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